martes, 5 de mayo de 2009

En donde el cielo toca la Tierra



Hola soy yo otra vez, tal vez se preguntarán por qu{e no había escrito nada hasta ahora, es porque por azares del destino, llegue un día mas tarde a la ciudad de Belluno, con ello los gastos aumentaron, y me han cambiado de hotel 2 veces, y mañana me vuelven a cambiar. Pero no es por eso que escribo ahora, es que por algún motivo divino vine a parar a una casa de retiros, dirigido por unas monjas, que según parece, son de la orden de los franciscanos, o algo así, mi único contacto con ellas es una hermana que viene de Albania, que habla poco italiano, y estudio un poco de español, que lo único que me ha dicho es : a qué hora es el almuerzo, y a qué hora es la cena.

El motivo por el que escribo ahorita, no tiene nada que ver con el concurso ni nada, es que salí a caminar entre tanta naturaleza y en lo alto pude ver unas gigantescas montañas de piedra, cubiertas de nieve, que parece que fueran las únicas celadoras de este valle tan privilegiado y lleno de vida.

El clima aquí es tan agradable, es una cuidad casi al nivel del mar, pero sin costa, y a su vez está rodeada de montañas inmensas que por lo que se ve tienen varios tipos de ecosistema, empiezan verdes en su base, y a medida que sube la vista, va muriendo la vegetación, dándole paso a la nieve, que cubre la cima, como si una nube se hubiese posado sobre ellas, como decía la mitología antigua: “en donde el cielo toca la tierra”.

Algo de lo que nunca me voy a olvidar, y espero poder volver a disfrutar, es de las campanas de las iglesias del pueblo anunciando la hora, y más aún cuando anuncian la misa de las 6, es un concierto de 6 o 7 campanas, que se escucha a lo lejos, y lo único que interrumpe su canto es el sonido de los pájaros anunciando que van a dormir, y el sonar de los grillos que empieza a las 4 de la tarde.

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